211. Siempre me angustió la situación de los que son objeto de las diversas
formas de trata de personas. Quisiera que se escuchara el grito de Dios
preguntándonos a todos: «¿Dónde está tu hermano?» (Gn 4,9). ¿Dónde está
tu hermano esclavo? ¿Dónde está ese que estás matando cada día en el
taller clandestino, en la red de prostitución, en los niños que utilizas para
mendicidad, en aquel que tiene que trabajar a escondidas porque no ha
sido formalizado? No nos hagamos los distraídos. Hay mucho de
complicidad. ¡La pregunta es para todos! En nuestras ciudades está
instalado este crimen mafioso y aberrante, y muchos tienen las manos
preñadas de sangre debido a la complicidad cómoda y muda.
PAPA FRANCISCO