Isabel II Reina
de España, hija de Fernando VII, la reina niña que subió al trono con 12 años.
Cuentan los historiadores que para dominarla los que la rodeaban la alimentaron
de sexo y descontrol personal. De desorden emocional desde su madre a toda la
corte que le rodeo.
Quizás se
parezca mucho a lo que hoy hacemos con la educación de muchos de nuestros niños,
bajo el amparo de la ideología de género y del respeto a la diversidad y a la libertad.
¿A quién interesa gente dominada por sus impulsos y emociones? ¿A las
multinacionales quizás? Para tener consumidores dóciles y obedientes a una
clase dirigente comprada por los intereses de estas nombradas grandes compañías.
Bajo el manto de la libertad y la acusación de la homofobia, el fascismo, se
alimenta las mentes humanas de ideologías, un sistema cerrado de ideas, pensado,
diseñado y estructurado que persigue la hegemonía cultural social y política,
por medio de la represión legal y mediática y cuyo objetivo es explicar toda la
realidad a partir de una premisa estableciendo pautas de comportamientos
universales. Una ideología parte de premisas que no tienen base científica alguna.
¿Qué paso con la reina? Aun hoy seguimos pagando las consecuencias sociales de
aquel despropósito, que ella misma explico Ya al final de su vida, Isabel II,
en una entrevista con el escritor Benito Pérez Galdós le decía: “¿Qué había de
hacer yo, jovencilla, reina a los catorce años, sin ningún freno a mi voluntad,
con todo el dinero a mano para mis
antojos y para darme el gusto de favorecer a los necesitados, no viendo al lado
mío más que personas que se doblaban como cañas, ni oyendo más voces de
adulación que me aturdían ¿Qué había de hacer yo? Póngase en mi caso…”