En la que
estamos instalados los que comemos todos los días, tenemos trabajos dignos, y
los que creemos que tenemos más derechos que los demás, aquellos que pensamos
que nos lo merecemos y los que pensamos el montón de injusticias que se cometen
con nosotros.
Aquellos
que hemos convertido la caridad en dar lo que sobra, en responder a las
necesidades de los demás con comedores sociales, en pagar la luz y el butano,
en dar bolsas de comida por la eternidad y convertimos lo extraordinario en
ordinario.
Somos
aquellos que no estamos dispuesto a dar la caña antes que el pescado, porque el
pescado nos deja más tranquilos.
Sera
siempre más fácil una subvención, un salario mínimo que tengan que agradecer,
que abrir caminos para que las personas se valgan por sí mismo, se siente a tu
mesa en igualdad de condiciones.
Eso es peligroso porque nos quita el
privilegio de ser dominadores, para ser iguales
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