Nada es intrínsecamente malo o bueno, las leyes, las instituciones, no son perversas en sí misma, lo son en su interpretación, en su uso, en su intencionalidad y su instrumentalización. Todo debe y puede ser adatado a las realidades presentes. No podemos interpretar normas o acontecimientos de la historia con nuestra realidad actual y nuestros medios de hoy. Nuestras decisiones están sometidas a nuestras circunstancias. Lo único que no se altera a lo largo de los tiempos son los valores eternos de la persona, la libertad, la igualdad y la fraternidad. Esta en nuestro ADN
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