El alma de un político de
vocación, no tiene soluciones para las cosas, no es experto en nada, no tiene
una formación académica brillante.
El alma política, sabe
estar al servicio de la gente, anima, insufla, da esperanza indica el camino y
abre puertas a la gente, sabe renunciar y retirarse cuando aunque su animo sea
ayudar sabe que distorsiona la realidad, no manipula ni confunde, no divide a
la gente, busca siempre la Justicia y la
Paz, y da la vida por su gente.
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